Varicotrombosis: más que várices, una amenaza real
Cuando escuchamos la palabra “várices”, la mayoría piensa en algo molesto, incómodo, quizá antiestético… pero no peligroso. Sin embargo, en mi consulta he visto situaciones que empiezan como un pequeño enrojecimiento en la pierna y terminan siendo un verdadero aviso del cuerpo. Y es ahí donde aparece la varicotrombosis, una condición que, aunque nace en una vena varicosa, puede convertirse en algo más serio si no la tratamos a tiempo.
No me gusta alarmar a nadie. No es mi estilo. Pero sí creo en hablar con la verdad, con calma y claridad. Porque cuando uno entiende qué ocurre dentro del cuerpo, el miedo disminuye y aumenta la capacidad de tomar decisiones correctas.
¿Qué es realmente la varicotrombosis?
Voy a explicarlo como lo hago con mis pacientes. Imagine una vena dilatada, una várice que lleva meses —a veces años— recibiendo sangre que no retorna bien. Un día, esa sangre se estanca un poco más de lo habitual y comienza a formarse un coágulo. No un coágulo profundo, no una trombosis venosa profunda, pero sí uno que merece respeto.
La piel se calienta, la zona duele al tocarla, y el trayecto de la vena se endurece como una cuerdita tensa. Ese conjunto de síntomas es lo que llamamos varicotrombosis.
El problema es que el cuerpo no nos avisa con diplomacia. A veces empieza como algo muy discreto y, si lo dejamos avanzar, puede comprometer venas más importantes.
¿Por qué ocurre?
Hay días en los que el organismo simplemente está más vulnerable:
- Jornadas largas de pie.
- Viajes prolongados.
- Golpes pequeños que damos por insignificantes.
- Cambios hormonales.
- O simplemente una várice que ya estaba “pidiendo atención”.
He atendido pacientes que llegan diciendo “creo que me piqué con algo”, y al revisar encontramos un coágulo avanzando por una vena dilatada. O personas que nunca sintieron dolor hasta que la inflamación los despertó en mitad de la noche.
¿Cuándo se vuelve realmente peligrosa?
Aquí quiero ser muy precisa. La varicotrombosis no es, por sí sola, una emergencia vital. Pero sí puede abrir la puerta a una complicación mayor si el coágulo progresa hacia el sistema venoso profundo.
Esto es lo que me preocupa: cuando el trombo se acerca a un punto de comunicación entre venas superficiales y profundas. Si cruza ese límite, ya no hablamos de una simple complicación de várices; hablamos de un problema que puede afectar la circulación general e incluso aumentar el riesgo de una embolia.
Por eso insisto tanto en la evaluación temprana.
¿Cómo se diagnostica?
Generalmente empiezo con un examen clínico cuidadoso. Nada sustituye la observación directa, el tacto, la sensibilidad del paciente. Pero el paso clave es siempre el mismo: un Eco Doppler venoso. Esta herramienta nos permite ver exactamente dónde está el coágulo, qué tamaño tiene y si existe riesgo de que avance.
En medicina, antes de tratar, hay que mirar.
¿Y el tratamiento? ¿Qué se hace realmente?
Dependiendo del caso, puedo usar una combinación de medidas. Lo explico de forma sencilla:
- Desinflamar: con medicamentos adecuados y cuidado local.
- Controlar el trombo: a veces necesitamos anticoagulantes; otras no.
- Mejorar el retorno venoso: medias de compresión, reposo activo, evitar esfuerzos prolongados.
- Corregir el origen: cuando la situación se estabiliza, tratamos la várice que dio origen al problema. Puede ser escleroterapia, microespuma, láser, radiofrecuencia u otro método, según la anatomía de cada paciente.
Lo esencial es no improvisar. Cada pierna cuenta su propia historia.
¿Se puede prevenir?
En gran parte, sí. Y esto lo repito mucho en consulta porque es sencillo y eficaz:
- Mantener un peso saludable.
- Evitar pasar horas sin moverse.
- Usar medias de compresión si ya hay várices visibles.
- Tratar las várices antes de que aparezcan complicaciones.
- Hacer chequeos periódicos cuando hay antecedentes familiares.
Sé que suena a recomendaciones típicas, pero son las que, de verdad, hacen diferencia.
Un mensaje personal
He visto pacientes que llegan preocupados, pensando que tienen una enfermedad terrible, cuando en realidad están a tiempo de solucionarlo. Y también he visto lo contrario: personas que subestiman la inflamación “porque ya tenían várices desde hace años” y llegan cuando el coágulo ya amenaza zonas profundas.
La varicotrombosis es un recordatorio. El cuerpo habla. A veces en voz baja, otras con un grito. Lo importante es escucharlo a tiempo.
Fuentes y Referencias
- Lineamientos clínicos actuales sobre trombosis venosa superficial.
- Sociedad Latinoamericana de Flebología y Linfología.
- Recomendaciones de práctica clínica de la Unión Internacional de Angiología.
- Experiencia clínica de la autora.
Autor: Dra Soledad Gómez
2025-10-17 14:42:22